martes, 29 de diciembre de 2009

WALT DISNEY (II): Sacudidos por el viento, arrastrados por la marea.


Walt Disney, que se dejara el espinazo en innovar en el cine de animación sin por ello renunciar a llenarse los bolsillos (en su derecho estaba), no dudó en ponerse del lado de los Aliados en cuanto los Estados Unidos vieron que pronto iban a ir a saco a por los nazis. Para muestra un botón:


Esta actitud patriótica contribuyó a revestir a Walt y su compañía con toda clase de sospechas, sobre todo de imperialistas. También se ha hablado mucho sobre el racismo de las películas de Disney:


Desde luego, queda claro que en cuanto murió Disney se empezaron a potenciar valores políticamente correctos a mansalva, dando cada vez más importancia, por ejemplo, a las novias de Mickey y Donald, Minnie y Daisy, personajes planos y carentes de personalidad más allá de su feminidad estridente, exhibida en forma de largas pestañas, vestiditos con falda, lazos y tacones.

Metidos en los '80, la Disney superó una de sus peores crisis económicas tras el estreno de Taron y el caldero mágico, película sobre tema de espada y brujería cuyo fracaso estrepitoso en taquilla llevó a la renuncia (o despido) de algunos asalariados de la compañía que comenzarían sus propias carreras independientes: Don Bluth, que corrió a los brazos de Lucas y Spielberg para realizar En busca del valle encantado y Fievel y el nuevo mundo; y Tim Burton, que por entonces se volcó en sus ya clásicos cortos siniestros de animación. ¿Conocéis Vincent?


La recuperación llegó con los fructíferos años '90, en los que el bombazo de La sirenita encadenó una lista de récords de taquilla mundiales y una lluvia de Oscars: La Bella y la Bestia (primera obra de animación candidata al Oscar a la mejor película), Aladdin, El Rey León, etc. Muchas de ellas darían lugar a una nefasta lista de secuelas mediocres directas a formato doméstico.

El horror se llama Disney Channel, y llegó con el estallido de la televisión por cable, de pago, en los USA. Llegando potencialmente a todos los hogares de América y después del mundo, la Disney Company ha fabricado toneladas de armamento pesado: desde dibujos animados de discutible calidad a series para adolescentes dirigidas única y exclusivamente a la venta masiva de merchandising, no desdeñando del todo la difusión a gran escala de los valores más rancios de la "American Way of Life": el cristianismo ultraconservador, la actitud paternalista y estereotipada -que no necesariamente racista- hacia la diversidad étnica, la defensa de los roles tradicionales masculino y femenino, etc. Al final, todo aquello de lo que se acusó al bueno de Walt Disney ha sido convertido en realidad, por debajo de la mesa, gracias a la labor de sus sucesores.

-Oye, Walt, yo de tí me haría congelar.
-¿Para qué, Mickey? ¿Para volver en el futuro?
-Sí, sobre todo porque seguramente querrás vengarte.

Como no tengo la menor intención de colgar aquí vídeos de la Hannah Montana, ni de las Cheetah Girls, ni de los Jonas Brothers, ni del High School Musical, ni de la Lobato, os dejo con unas cuantas fotos comentadas de las mías (lo estábais deseando, pillines):

-Shhh. No se lo digáis a nadie, pero... ¡voy más pintada que una puerta!

Sin comentarios. Vivimos en un mundo enfermo.

-Amo a Laaaaura, pero esperaré hasta el matrimoniooooooo...

- Negras, gordas, chistosas y frecuentemente vestidas de leopardo.
- Esto es lo que Disney Channel entiende por chicas afroamericanas.
-Yes, we can!

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